La herida de la codependencia
La codependencia tiene sus raíces en infancias disfuncionales, donde faltaron seguridad, amor y validación. Para sobrevivir, muchas veces tuvimos que desconectarnos de quienes éramos. Cuidar a otros fue más seguro que sentir. No hubo espacio para ser, solo para adaptarnos. Aprendimos a cuidarlo todo, menos a nosotros mismos.
En la adultez, esa herida se manifiesta en relaciones adictivas, donde nos vinculamos desde la necesidad, el miedo o el abandono. Vivimos en una constante búsqueda de aprobación, con dificultad para poner límites y desconectados de nuestras propias necesidades, de nuestro cuerpo, nuestra voz y nuestro deseo.

